Creado a cuatro manos con Pandora, mi hija. Inicialmente se iba a llamar Pandor, nombre que me recordaba a Tantor, el elefante amigo de Tarzán. Pero no tuve la aprobación de Pandora, que en cambio propuso el nombre Zō, que viene siendo Elefante en japonés.

Coloqué el primer ojo y cuando lo volví a mirar y lo vi así, tuerto, se me prendió la máquina de diapositivas que tenemos todos en la cabeza. Me acordé de la sensación que me daba si se me perdía algo. Como el cuchillo de plástico del GI Joe, tan pequeño que era inevitable que se perdiera. Si el plástico tarda 500 años en degradarse, imagínate al pobre hombre 500 años con una cartuchera vacía en la cintura. O sin un ojo, o sin un zapato…

Y de repente, el pequeño Zō se convirtió en una figura trágica, un existencialista.

También es verdad que podría dejar el existencialismo y ponerle el otro ojo. Pero creo que es ese ojo perdido lo que lo hace especial. Si tuviera los dos ojos ya no sería una escultura, sería un adorno.

Dimensiones: 16x14x25 cm

Material: Bronce 

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